La Siesta de Dionisos
Prólogo e Introducción
A modo de prólogo
Hoy, un martes de Febrero de 2016, recupero de entre las polvorientas carpetas de un viejo disco duro uno de los varios trabajos entregados para la asignatura de Metafísica en el año 2004, durante mi último año de la licenciatura en Filosofía. Hace aproximadamente ahora doce años, que una mañana de un Febrero madrileño yo dejaba el documento que hoy comparto en Fáunicas.net en la mesa del profesor, Ángel Gabilondo, que era por aquella también el rector de la Universidad Autónoma. Y pongo yo en cursiva porque no sé bien hasta que punto este yo que hoy escribe estas líneas puede hacerse responsable de los actos de aquél otro, ni sentir sus vivencias o experiencias, tanto interiores como exteriores, que le empujaron a escribir este estudio. Sin embargo, cuando leo La Siesta de Dionisos, un sin fin de sensaciones añejas renacen en mí, por un lado por estar escrito en uno de los períodos más dulces y emocionantes de mi existencia, y por otro, y esta es la razón fundamental por la que he creído interesante compartirlo, porque creo que este documento resume de manera sencilla y fácilmente inteligible las ideas centrales discutidas durante el curso, las cuales considero de gran profundidad e importancia para entender el mundo en que vivimos desde una perspectiva metafísica, y poder encontrarnos un poco más a nosotros mismos, reconociéndonos como sujetos pensantes en medio de este torbellino existencial que amenaza continuamente con robarnos hasta el último reducto de autenticidad.
He dividido el documento en la web en los tres apartados que lo constituyen, para hacer más cómoda su lectura. Al final de cada apartado se puede acceder directamente a cualquiera de los otros, y también al documento PDF completo del estudio, el cual aconsejo descargar e imprimir para una lectura de mayor disfrute, lejos de la pantalla, lo más lejos que se pueda.
Espero que disfrutéis la lectura. Se que aquellos pocos con los que mantengo lazos de amistad desde aquellos días disfrutarán especialmente también con el recuerdo que sobreviene al leer ciertos pasajes. Ciertamente recuerdo una atmósfera mágica en aquella aula, y una creatividad y un humor, difíciles o imposibles de alcanzar en otros ambientes. Creo que, en definitiva, aquello fue amor a la filosofía y a la vida. Un santo decir sí, que diría el camarada Federico.
Filósofos (..que no licenciados!) y amigos, va especialmente por vosotros.
AM!
“Ahora, ¿quién nos ha hecho girar, de modo que
hagamos lo que hagamos, tenemos la actitud
del que se marcha? Como quien, sobre la última colina,
que una vez más le muestra el valle entero,
se vuelve, se detiene y se demora:
Así vivimos y sin cesar nos despedimos.”
Rainer Maria Rilke.
(1)Rainer Maria Rilke. Las elegías del Duino. Octava Elegía. Edición bilingüe. Visor. Madrid 2002
Wer hat uns also umgedreht, dass wir,
was wir auch tun, in jener Haltung sind
von einem, welcher fortgeht? Wie er auf
dem letzten Hügel, der ihm ganz sein Tal
noch einmal zeigt, sich wendet, anhält, weilt- ,
so leben wir und nehmen immer Abschied.
Introducción
Debido a la en principio aparente variedad de temas tratados que aparece en el índice de este trabajo, he estimado oportuna una breve introducción con el fin de facilitar la visión de la obra como un cuerpo y no como un mero conglomerado de partes, haciendo ver así también, desde un principio, el fin que la misma persigue.
A lo largo de los dos primeros puntos del presente trabajo se expone un estudio de la significación filosófica que el concepto de ipseidad ha tomado tanto en Nietzsche como en Descartes, tomando de Ricoeur (2)Si mismo como otro. Paul Ricoeur. Prólogo: La cuestión de la ipseidad. Edición castellana, Siglo XXI.no sólo el orden de exposición que pasa del Cogito cartesiano a la destrucción nietzscheana de la pregunta a la que éste pretendía dar respuesta, sino también tomando nota del pensamiento y crítica que hace a las hipótesis de ambos. La actualidad de dicho pensamiento facilita el transcurso de este estudio, pero en ningún momento se ha perseguido centrar el objeto del trabajo en la figura de Ricoeur o en la de Heidegger, al que también hacemos permanente referencia. El enfocar el trabajo desde estos autores supone contar con un campo de pensamiento que facilita el estudio de la Modernidad y sus consecuencias al hacerlo desde una perspectiva que ha superado una noción del Ser entendido como mera presencia, o en todo caso, si no podemos hablar de una superación, sí de la posibilidad de elaboración de la pregunta ontológica por el verdadero sentido del Ser, recuperando la concepción de éste en la filosofía antigua en alas de la hermenéutica.
Podemos decir entonces, parafraseando a Bernard de Chartres, que hemos trepado a los hombros del gigante Ricoeur, al igual que también a los de Heidegger, para poder llevar a cabo este trabajo. Desde esta privilegiada perspectiva, e intentando guardar el equilibrio, estaremos en condiciones de exponer en los dos primeros puntos, tanto la Modernidad, vista como consecuencia de la filosofía de Descartes, como el pensamiento de Friedrich Nietzsche en lo relativo al lenguaje y a la cultura, a la que éste describe como fina piel que envuelve el ardiente caos, respectivamente.
Una vez tratados estos dos puntos nos encontraremos con la suficiente óptica para entrar en el último y tercer punto que cierra el trabajo, El olvido de la muerte en la era de la técnica, en el que se tratará el vínculo insalvable existente entre un pensar que surge de la aceptación de la propia mortalidad de uno mismo y la posible superación de la Metafísica, entendida ésta como expresión del triunfo de la instalación manipulable de un mundo científico técnico y el orden social que éste representa.
Vínculos directos al resto de apartados:
- El Cogito cartesiano como paradigma de la Modernidad.
- El Cogito quebrado. La mentira y la poesía.
- El olvido de la muerte en la era de la técnica.
Referencias[+]
↑1 | Rainer Maria Rilke. Las elegías del Duino. Octava Elegía. Edición bilingüe. Visor. Madrid 2002
Wer hat uns also umgedreht, dass wir, |
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↑2 | Si mismo como otro. Paul Ricoeur. Prólogo: La cuestión de la ipseidad. Edición castellana, Siglo XXI. |
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