Clinamen y voluntad libre en la filosofía de Lucrecio
“así toda la filosofía epicúrea se desvía de toda existencia delimitante siempre que el concepto de singularidad abstracta tenga que expresar en su existencia la independencia y negación de toda referencia a otro” – K. Marx
La filosofía de Epicuro a la cual es fiel Lucrecio persigue sobre todas las cosas la felicidad, pero esto no quiere decir que no estemos tratando con una filosofía muy sistemática, en la que todas las partes dependen de una concepción ontológica muy bien definida. En el epicureismo el ser es concebido como cuerpo, como materia. Es por tanto una ontología radicalmente materialista. El mismo Hegel se refiere al atomismo en Epicuro calificándolo como una ontología materialista.
En efecto, la concepción que del ser se forma Epicuro ha de ser considerada como un monismo materialista, a pesar de que admita dos principios: átomos y vacío. Hay en el epicureismo una clara oposición a la ontología platónica, puesto que lo que verdaderamente intenta el fundador de la Academia es rechazar las tesis de aquellos que sostienen que sólo existe lo que se puede aferrar con las manos, como dice en el Sofista, o que todo se deriva de la materia. Marcelino Rodríguez Donis hace esta anotación respecto a esta concepción materialista en Lucrecio:
“Es curioso cómo, en el libro I, utiliza constantemente el término materia cuando se está refiriendo a los principios:
171: materias ubi inest
249: discidio redeunt in corpora materiai
552: Iam corpora materiai
565: solidísima materiai / corpora
916: quia materiai / corpora
951: solidísima materiai / corpora”[1]
Quizás sea este materialismo de Epicuro el que empujó al joven Marx a estudiar su filosofía en su tesis doctoral. En la disertación de Marx, Diferencia entre la Filosofía de la Naturaleza según Demócrito y según Epicuro[2], con la que aspiraba a su título doctoral, encontramos un apartado dedicado íntegramente al clinamen que estamos aquí estudiando: La declinación del átomo respecto de la línea recta.[3] Karl Marx no deja pasar que este clinamen es una de las diferencias claves entre el atomismo de Demócrito y el de Epicuro. Comienza su artículo haciendo referencia a los tipos de movimiento que en los átomos distingue Epicuro. Dice Marx:
“Epicuro admite triple movimiento de los átomos en el vacío. Uno, el de caída según línea recta; el segundo proviene de que el átomo se desvíe de la recta; el tercero lo causa la repulsión entre varios átomos. El primero y último movimiento es común a Demócrito y Epicuro; el de declinación del átomo respecto de la recta distingue a uno del otro”[4]
Epicuro, en la Carta a Heródoto, distingue dos tipos de movimiento: hacia arriba y lateral, por choque y hacia abajo debido al peso de cada uno de ellos. Lucrecio (II, 83-5) admite también que en los átomos que vagan por el vacío hay dos causas del movimiento: el peso (gravitate sua) y el choque (icta forte alterius). Epicuro, a su vez, sostiene que el movimiento primordial de los átomos debe tener una causa determinada.
La introducción del peso en los átomos permite, según Cicerón, que Epicuro sostenga el movimiento lineal hacia abajo. Pero esto es problemático ya que la física de Epicuro, como aprecia Rodríguez Donis, no es finitista: Epicuro admite el infinito. Él mismo, en la Carta a Heródoto, dice que de lo infinito no se puede señalar el alto o el bajo en absoluto. Es por la misma razón sin embargo por la que no logra explicar cómo se juntan los átomos si, como el mismo dice, el vacío no ofrece resistencia y no afecta a la velocidad.[5]
Es en este momento donde surge el concepto de declinación atómica (clinamen o parenklesis) que se plantea como necesario desde el principio para que los átomos creen conglomerados. Hay que resaltar que en ninguno de los escritos de Epicuro aparece la palabra parenklesis, esto dará lugar a dudas sobre la autoría de dicha teoría, como comentaremos al final del presente trabajo. De momento, solo decir que es Lucrecio quien habla largamente de este tema (II, 217-24).
Toda la tradición antigua ha criticado duramente la doctrina del clinamen, que todos atribuían a Epicuro. Pero de todas las críticas, es Cicerón el que más fuertes y extensas las hace. Esta es una de las críticas a las que Marx hace mención en su estudio doctoral:
“Epicuro sostiene que los átomos serían impelidos según línea recta por el peso hacia abajo; tal es el movimiento de los cuerpos. Más le acudió que si todos fueran impelidos de arriba hacia abajo, jamás un átomo pudiera encontrarse con otros. Así que nuestro hombre tuvo que acudir a una ficción, diciendo que el átomo se desvía un poco, -lo que en verdad es del todo imposible. De esta manera surgirían complejos, copulaciones y adhesiones de los átomos entre sí; y de ellas, el mundo, todas las partes del mundo, y todo lo que en él hay. Además: ni siquiera consigue, con tal ficción infantil lo que pretendía”[6]
Parece aquí entonces que la razón por la que Epicuro introdujo este concepto fue que si el átomo se movía por la causa natural y fatal del peso, nosotros no tendríamos libertad en nada de lo que hacemos, ya que los movimientos del ánimo humano estarían necesariamente determinados por el movimiento de los átomos.
La argumentación de Epicuro le parece a Cicerón más la formulación de un deseo que una auténtica prueba[7] (optare hoc quidem est non disputare). Según Cicerón se deduce que Epicuro se vio obligado a romper con el supuesto determinismo fatalista de Demócrito porque desacreditaba la libertad humana. También Pierre Bayle parece opinar así:
« Avant lui (Epicure) on n’avait admis dans les atomes que le mouvement de pensateur et celui de réflexion. Epicure supposa, que même au milieu du vide les atomes déclinaient un peu de la ligne droite ; et de là venait la liberté, disait-il… Remarquons en passant que ce ne fut le seul motif, qui le porta à inventer ce mouvement de déclinaison ; il le fit servir aussi à expliquer le rencontre des atomes, car il vit bien, quen supposant, qu’ils se mouvaient avec une égale vitesse par des lignes droites, qui tendaient toutes de haut en bas, il ne ferait jamais comprendre qu’ils eussent pu se rencontrer, et qu’aussi la production du monde aurait été impossible. Il fallut donc, qu’ils s’écartaient de la ligne droite »[8]
Marx dice que Cicerón y Bayle critican el clinamen de Epicuro porque parten de una comprensión incorrecta de la teoría que da lugar a contradicciones. El problema está en que estos autores, según Marx, atribuyen a Epicuro causas motrices tales que una elimina a la otra. Bajo este erróneo supuesto, dice Marx, una vez admitiría Epicuro la declinación de los átomos para explicar la repulsión; y otra para explicar la libertad.
Lucrecio utiliza la parenklesis como prueba del libre albedrío (II-284-93). Esta teoría del clinamen surge en un principio para explicar la formación de los compuestos o agregados atómicos.
Lo contrario de la libertad, como veremos en Lucrecio, es el determinismo a que conduce ese encontrarse de los átomos. Si los átomos se encuentran sin declinación es solo por causa de la repulsión. Marx dice que la posición de Boyle y Cicerón es incorrecta, ya que estos toman las causas de la declinación del átomo respecto de la recta de manera inconexa.
Desde la perspectiva materialista de Marx que parece más cercana a la de Epicuro y Lucrecio, hay que entender el clinamen entendiendo el ser “en estado de inmediato”, donde todas las determinaciones serán también inmediatas “por tanto, las determinaciones contrapuestas se contrapondrán como realidades inmediatas”.[9]
Para hacer esto comprensible, Marx hace su disertación desde un punto de vista geométrico y físico, subrayando la importancia de la caída del átomo en línea recta y analizando así lo que supone el clinamen. El punto, dice Marx, es eliminado-y-superado (aufgehoben) en la línea como todo cuerpo que cae lo es en la recta que describe.
Un cuerpo que cae es un punto que se mueve y que, y esto es importante para comprender el análisis de Marx, pierde su singularidad –el punto– a favor de una cierta realidad: la recta que describe. Marx ilustra esto ayudándose de Aristóteles en un momento de De Anima en que argumenta contra los pitagóricos:
“Vosotros decís que la línea en movimiento es la superficie, que el punto en movimiento es la línea, por tanto las unidades en movimiento serán líneas” [10]
Tendríamos entonces que no existirían los átomos como puros cuerpos independientes, porque la solidez del átomo no existiría sino se concibe como “cayendo” en recta. La “realidad” (entiéndase realidad relativa) no consistiría entonces en átomos, sino en rectas. El estudio de Marx se basa en que esta “existencia relativa” que es precisamente la línea recta, es la existencia que Epicuro tiene que negar. Aparece entonces el clinamen, como negación inmediata de este movimiento, que concebido espacialmente, será la declinación respecto de la recta. Dice Marx:
“Los átomos son puros cuerpos independientes, o, más bien, son el cuerpo, concebido en independencia absoluta, cual la de los cuerpos celestiales; así que, como ellos, los átomos se mueven no según líneas rectas, sino según oblícuas. El movimiento de caída es el movimiento de dependencia.”[11]
Para Marx, Epicuro representa mediante el movimiento del átomo según recta, su materialidad, mientras que la forma vendrá dada precisamente por el clinamen, es decir, por su declinación respecto de la recta. Creo oportuno subrayar la importancia que Marx da a que estos movimientos son inmediatamente contrapuestos.
La teoría del clinamen puede haber surgido en un principio para explicar la formación de los compuestos atómicos o agregados atómicos. El paso del ámbito físico al antropológico suscita aún más polémica, ya que Epicuro y Lucrecio parecen dirigirse especialmente contra los estoicos. No parece que tenga que ser creíble que la autonomía se reduzca a una ruptura con la necesidad de que los átomos caigan hacia abajo (veremos cómo Lucrecio explica la voluntad sin recurrir al clinamen), pero es así como la justificarán Epicuro y después Lucrecio, en lo que parece tratarse, según varios autores, de un ataque a los filósofos de la Estoa.
Sabemos que los estoicos mediante la synkatáthesis, creían en acciones libres. La imarmene ha puesto en nosotros la facultad de autodeterminación, capaz de sustraerse a la causalidad externa y ser la causa de nuestras propias voliciones. La decisión humana puede estar predeterminada por la herencia y la educación, pero el hombre es plenamente responsable de lo que hace, ya que si quiere puede seguir al logos universal, principio rector, como observamos por ejemplo una y otra vez en Marco Aurelio, es lo que también constituye el hegemonikon. Por eso es el sabio para los estoicos es el más libre. Esta forma de libertad defendida por los estoicos a algunos les parecía no obstante una “semiesclavitud” (hemidouleia). En mi trabajo sobre el amor fati en Marc Aurel[12] trato de profundizar brevemente -y en comparación con Nietzsche-, en esa actitud que debe tener el sabio estoico, puesto que además de estudiar la Naturaleza para conocer mejor la causalidad que todo lo mueve, debe también aprender a amar esa misma causalidad puesto que él mismo la constituye como micromundo dentro de un macromundo. Lo que Séneca denominó el amor fati es uno de los rasgos más firmes y admirables de la conducta del sabio, inalterable en medio de las aparentes desgracias, inmune a las torturas y sufrimientos, consciente de que solo uno mismo puede causarse el mal. Es un modo de vida que se basa precisamente en una alegre confianza en la providencia. No es este el tema que ahora tratamos, sino el de la perspectiva psicológica del clinamen, pero que como decimos, parece dirigirse precisamente hacia esta forma de vida estoica. Como observa Rodríguez Donis[13], Epicuro, en la carta a Meneceo (133), parece refutar a los estoicos más que a Demócrito. Dice que las cosas suceden por necesidad, por azar y por nosotros mismos. Para los estoicos el azar sería consecuencia de la ignorancia de la causalidad. En Demócrito el azar sin embargo es necesario en el origen precósmico. Parece claro pues hacia donde se dirige el ataque. También para Pohlenz parece ser esta la fuente del problema de la libertad:
“Epicuro no ha llegado a defender la libertad de decisión humana, que para su sistema no tiene en modo alguno una importancia central, sino que ha creído necesario hacerlo porque pensaba que Zenón la ponía en peligro” y añade “la crítica de Epicuro no puede dirigirse más que a Zenón”.[14]
También Anthony A. Long[15] parece seguir esta hipótesis, aunque no sea tan asertivo y lo plantee como sólo una conjetura. Así expresa la relación del clinamen con la causalidad de la filosofía estoica que estamos comentando:
El así llamado problema de la libertad de la voluntad surge primariamente de dos concepciones –las creencias en la omnisciencia de Dios y la predestinación, y las creencias en la absoluta continuidad de la causación física. Existe toda razón para atribuir la segunda a Zenón, el fundador del estoicismo, y probablemente también la primera. Zenón y Epicuro actuaron juntos en Atenas durante cuarenta años, y no encontramos probable que Epicuro desarrollara su oposición al determinismo totalmente alejado de las teorías estoicas. Estas teorías proporcionan condiciones que favorecen el surgir un concepto de volición no por completo dependiente del estado de cosas en el momento precedente. Conjeturo que Epicuro utilizaría el desvío en defensa de tal concepto.
Quizás sea por esto el que Cicerón responda con tan duras críticas a la filosofía epicúrea. Tanto él como los antiguos en general, criticaron duramente esta faceta del clinamen, el que no tenga causa, quizás por lo directo que parece ir contra el modo de vida estoico. Esto es para Cicerón, “lo más torpe que puede pasarle a un físico”:
“nam et ipsa declinatio ad libidinem fingitur (ait enim declinare atomum sine causa, quo nihil turpius physico quam fieri quidquam sine causa dicere”[16]
Pero es que una causa física como la que exige Cicerón, metería la declinación en la serie determinista que es justamente de lo que tiene que evadirse. Marx también toca este punto de la causalidad en la segunda parte de su artículo sobre el clinamen, y defenderá la posición de Epicuro desde su ya comentado punto de vista del ser en “estado de inmediato”, él dice que el átomo no está perfecto hasta que se lo ponga determinado por la declinación, es decir, que preguntar por la causa que hace que el átomo sea principio es igual que preguntar por esta determinación, lo cual es absurdo en la filosofía epicúrea, ya que el átomo es precisamente causa de todo, por tanto no tiene causa el mismo.
Para Marx, el átomo se libera de su existencia relativa, es decir, de la recta, desviándose de ella:
“así toda la filosofía epicúrea se desvía de toda existencia delimitante siempre que el concepto de singularidad abstracta tenga que expresar en su existencia la independencia y negación de toda referencia a otro”[17]
Y más adelante argumenta así el estar fuera de los dioses en la filosofía epicúrea:
“cuando la singularidad abstracta aparece en lo sumo de libertad y de independencia –en su totalidad- es perfectamente consecuente el que la existencia, de lo que se desvía, sea toda existencia; y es lógico el que los dioses se desvíen del mundo, -no se preocupen de él, moren fuera de él”[18]
Marx insiste en la importancia del átomo en Epicuro y Lucrecio: Los átomos son, sólo para sí mismos, objeto; por eso sólo pueden referirse a ellos mismos. En el espacio epicúreo esto quiere decir que un átomo solo puede encontrarse a sí mismo negando cada uno su existencia en lo relativo al otro, es decir, tal y como hemos visto antes, negando su mismo movimiento originario: el de caída libre, es decir, negando la recta. Para que haya una voluntad libre, dirá Lucrecio, tiene que haber una causa distinta del peso y del choque:
Así que lo mismo es fuerza que admitas en los elementos,
que aparte de pesos y choques también de los movimientos
hay otra causa, de que este poder nos nace aquí dentro[19]
La solución consistirá, como aprecia Hadot, [20]en reconocer que es en los átomos en donde se sitúa un principio de espontaneidad interna, la cual no es sino esta posibilidad de desviarse de su trayectoria, que da a´si un fundamento a la libertad de querer y la hace posible. Cita Hadot a Lucrecio: “Si el espíritu no es regido por la necesidad en todos sus actos, si evita el dominio y no es reducido a una total pasividad, se debe a esta ligera desviación de los átomos”. Quizás cuando Lucrecio dice que en nuestro pecho tenemos una fuerza que rompe la concatenación del hado (initium motus a corde creari) lo que hace es hacer depender estos movimientos autónomos de la desviación de la línea recta de los átomos.
Al clinamen objeta también Cicerón que los átomos tendrían “diferentes dominios” si todos se desvían. Pero es que esto, como responderá Marx teniendo en cuenta el materialismo epicúreo, debe ser entendido desde la esfera de la inmediatez. Esto es sólo comprensible desde una visión simultánea de los dos movimientos, lo cual se nos antoja difícil desde una mirada categorial. En la repulsión de lo átomos se une, sintéticamente, su materialidad (dada en la caída según recta) y su forma (dada en la declinación). Parece ser esta la razón por la que Lucrecio intente representar la declinación de la manera más sutil e insensible posible:
“Nec regione loci certa nec tempore certo”[21]
En el atomismo de Demócrito, como es sabido, no existe ninguna noción de inclinación en la trayectoria de los átomos, ni nada que nos haga pensar en un movimiento natural del átomo. Esto es objetado por Aristóteles, defendiendo así de modo involuntario el clinamen epicúreo:
“A Leucipo y Demócrito, quienes afirman que los cuerpos primigenios se mueven eternamente en el vacío y en el infinito, habría que preguntarles de qué clase es tal movimiento, y cuál es el movimiento adecuado a su naturaleza, porque si cada elemento es movido violentamente por otro, es, con todo, necesario que tenga cada uno un movimiento natural, distinto del violento; y tal primer movimiento no puede ser violento, sino natural; en caso contrario, sobrevendrá un proceso al infinito”[22]
Si los átomos no declinasen, no surgirían jamás ni repulsiones ni encuentros, y no habría mundo: ita nil umquam natura creasset[23]. Parece que esta sería pues la verdadera función del clinamen. No parece tan clara sin embargo la relación con la libertad. Lucrecio en el libro IV trata de explicar como funciona la voluntad y en ningún momento dice absolutamente nada del clinamen. Muchos autores como Furley o Bollack, concuerdan en que la declinación juega un papel muy pequeño en la psicología de Epicuro.
Para terminar, nos ha parecido interesante la cuestión sobre la autoría de la doctrina del clinamen, que muchos han puesto en duda, como escribe Rodríguez Donís. Algunos estudiosos recientes, como M.Solovine o Rosset, han sostenido que la desviación fue un invento de Lucrecio. Para Solovine, Epicuro jamás defendió el clinamen, siendo para él Zenón de Sidón el que primero habló de éste. Sin embargo, el testimonio histórico no parece estar de acuerdo, ya que en Diógenes de Oenoanda vemos como se contrapone a Demócrito, partidario de la necesidad, y a Epicuro, partidario de la libertad:
“¿No sabes tú, quién quiera que seas, que existe una forma de movimiento libre de los átomos, que Demócrito no supo descubrir y que Epicuro dio a luz, que existe una desviación, como se demuestra por los fenómenos?”
BIBLIOGRAFÍA:
- Lucrecio, De Rerum Natura / De la Realidad. Edición crítica y versión rítmica de Agustín García Calvo. Edición bilingüe. Editorial Lucina, Madrid 1997.
- Epicuro, Obras completas: (en concreto la Epístola a Heródoto, epístola a Meneceo, y epístola a Pítocles) edición y traducción de José Vara. Ediciones Cátedra, Madrid 1999.
- Karl Marx. Diferencia entre la Filosofía de la Naturaleza según Demócrito y según Epicuro. Editado por Universidad Central de Venezuela, Dirección de Cultura, Caracas/1973.
- El materialismo de Epicuro y Lucrecio, de Marcelino Rodríguez Donis, en Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1989.
- Cicerón, De finibus et malorum, I, VI,19, with a english translation by H.Rackham, M.A. London, William Heinemann LTD, 1967
- Pierre Hadot, ¿Qué es la filosofía antigua? (Qu’est-ce que la philosophie antique?) Fondo de Cultura Económica de España, Madrid 1998
- Anthony A. Long, La filosofía helenística (Hellenistic Philosophy). Alianza Editorial, Madrid 2004
[1] En El materialismo de Epicuro y Lucrecio, de Marcelino Rodríguez Donis, en Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1989.
[2] Karl Marx. Diferencia entre la Filosofía de la Naturaleza según Demócrito y según Epicuro. Primera traducción completa y directa del original alemán, con todos los textos griegos y latinos, por Juan David García Bacca. Editado por Universidad Central de Venezuela, Dirección de Cultura, Caracas/1973. (Hemos trabajado con la traducción basada en el texto original fijado por la MARX-ENGELS GESAMT AUSGABE (MEGA) en “Erste Abteilung, Band I”).
[3] En la obra de Marx que comentamos, ver Parte segunda: sobre la diferencia entre la física demodritiana y epicúrea en lo especial, en Capítulo Primero: La declinación del átomo respecto de la línea recta, página 57.
[4] Marx. Diferencia entre la Filosofía de la Naturaleza según Demócrito y según Epicuro.
[5] Aquí, según Rodríguez Donis, es donde se basan los ataques de Plutarco al atomismo epicúreo: Plutarco, De defecta orac. 28. 425 (vs 299).
[6] Cicerón. De finibus bonorum et malorum, I,6
[7] En El materialismo de Epicuro y Lucrecio, de Marcelino Rodríguez Donis, en Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1989.
[8] Citado por Marx: Bayle, Dict. His. “Epicure”
[9] Marx. Diferencia entre la Filosofía de la Naturaleza según Demócrito y según Epicuro
[10] Aristóteles, De Anima I,4,14. Citado por Marx.
[11] Marx. Diferencia entre la Filosofía de la Naturaleza según Demócrito y según Epicuro
[12] Seminararbeit: Amor fati in den Selbstbetrachtungen von Marc Aurel. Kommentar zum Kapitel VII von Pierre Hadots Innere Burg
[13] En El materialismo de Epicuro y Lucrecio, de Marcelino Rodríguez Donis, en Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1989
[14] Pohlenz, Griechische Freiheit. Citado por Rodríguez Donis.
[15] Anthony A. Long, La filosofía helenística (Hellenistic Philosophy). Alianza Editorial, Madrid 2004
[16] “The swerving is itself an arbitrary fiction; for Epicurus says the atoms swerve without a cause,- yet this is the capital offence in a natural philosopher, to speak of something taking place uncaused.” Cicerón, De finibus et malorum, I, VI,19, with a english translation by H.Rackham, M.A. London, William Heinemann LTD, 1967
[17] Marx. Diferencia entre la Filosofía de la Naturaleza según Demócrito y según Epicuro
[18] Ibíd.
[19] Ibíd. II 285-87
[20] Pierre Hadot, ¿Qué es la filosofía antigua? (Qu’est-ce que la philosophie antique?) Fondo de Cultura Económica de España, Madrid 1998
[21] Ni en cierto lugar o sentido ni en fijo y cierto momento. Lucrecio, De Rerum Natura / De la Realidad, II 293. Edición crítica y versión rítmica de Agustín García Calvo. Editorial Lucina, Madrid 1997
[22] Aristóteles, en De Caelo. III,2. Citado por Karl Marx.
[23] De Rerum Natura, II,221
Copyright protected by DigiproveLeave a Reply
You must be logged in to post a comment.